Reflexión teórica
UNA LECTURA CRÍTICA Y ANTIRRACISTA DESDE LA TERAPIA OCUPACIONAL SOBRE EL SIGNIFICADO CONSTRUIDO E IMPUESTO DE LAS OCUPACIONES EN LA POBLACIÓN NEGRA/AFRODESCENDIENTE
A critical and anti-racist reading from occupational therapy on the constructed and imposed meaning of occupations in the black/Afro-descendant population
Fecha recepción: 27 de septiembre de 2023 / fecha aceptación: 22 de diciembre de 2023
Revista ContexTO, ISSN (En línea) 2810-6660. Diciembre de 2023. Nº 11, pp. 95-106
Licencia CC BY 4.0. DOI: https://doi.org/10.54761/contexto.num11.73
T.O. Jamila Marinalva da Cunha Kessler
Terapeuta Ocupacional, Trabajadora Independiente.
Autor de correspondencia: jamilamk@hotmail.com
https://orcid.org/0009-0006-8334-2525
Resumen
Este artículo recupera el significado impuesto a las ocupaciones que realizaban y realizan las mujeres negras/afrodescendientes a lo largo de la historia, y los lugares que ellas mismas fueron habilitándose en nuestra sociedad. También busca visibilizar el impacto que su desempeño tuvo y tiene en el ámbito laboral, siempre acompañado por el racismo, para realizar una reflexión desde nuestra disciplina, fomentando una Terapia Ocupacional antirracista.
Palabras clave
Terapia Ocupacional; mujeres; negras/afrodescendientes; cultura
Abstract
This article recovers the meaning imposed on the occupations that black/Afro-descendant women carried out throughout history, and the place that the same positions occupied in our society. The impact that these had and had on the performance in the work environment, where they were always accompanied by racism. Being able to carry out a reflection from our discipline allowing and promoting an anti-racist Occupational Therapy.
Keywords
Occupational Therapy; women; blacks/Afro-descendants; culture
Introducción
No podemos subestimar la importancia del feminismo a lo largo de la historia de la humanidad y, mucho menos, podemos ignorar la historia de las mujeres racializadas dentro de este movimiento. Es fundamental tener presente que sus diversas vivencias y narrativas influyeron en el desarrollo de la sociedad y continúan impactando en la actualidad, donde la Terapia Ocupacional debe considerar hacer parte.
Las distintas corrientes del feminismo, y los diversos espacios feministas, me invitan a cuestionar el papel que ocupan las mujeres negras y racializadas en la lucha. Como terapeuta ocupacional afroargentina, no puedo escribir desde una perspectiva desvinculada de esta temática. Tampoco puedo, ni quiero, ignorar mi compromiso como mujer negra afroargentina antirracista, ni mi activismo dentro de la propia disciplina. Por esta razón, en este artículo se esboza una mirada sobre las representaciones de las ocupaciones de las mujeres racializadas y el significado que se les fue asignado.
Según lo dicho con anterioridad, no se podría dar inicio por otra parte que no sea la militancia de las mujeres negras/afrodescendientes y el racismo que las acompañó en este camino, que imposibilitó que muchas cotidianidades se construyesen con significado y con una participación social real, inhabilitando la autonomía de hombres y mujeres negras/afrodescendientes.
La militancia
“Si las mujeres utilizan su poder de clase
y raza para dominar a otras mujeres,
es imposible alcanzar plenamente esta sororidad”.
bell hooks.
Las mujeres negras, atravesadas por la violencia atroz del racismo, la opresión y el intento constante de invisibilización, luchan históricamente desde la militancia por el lugar que les (nos) corresponde dentro del feminismo, un feminismo antirracista.
Es necesario romper con el concepto de mujer, desde una perspectiva colonizadora eurocéntrica, separarlo de la equivalencia impuesta en relación al concepto de mujer blanca, hegemónica y heterosexual como sinónimo de femineidad, que intenta universalizar el concepto de una imagen, no representativa para la mayoría, de las mujeres.
El feminismo, en diversas aristas, se estructura veladamente en espacios de poder, atravesados, hasta hoy en día, por la voz hegemónica de la colonización blanca y sus privilegios. Como destacan Bhavnani y Coulson (2004), no sólo existen “diferencias entre distintos grupos de mujeres, sino que estas diferencias a menudo son escenario de conflictos de intereses” (p. 54). La causa feminista ha centrado sus esfuerzos mayoritariamente en las cuestiones de género, corriendo el eje de discusión a la lucha de clases y, consecuentemente, dejando por fuera las necesidades de las mujeres racializadas. El posterior acceso de las mujeres blancas a los espacios privilegiados, a los que también accedían los hombres blancos, contribuyó a profundizar esta problemática.
Con base en las diferentes búsquedas de reivindicación de derechos, y a los espacios disputados internamente, el feminismo fue confluyendo en un movimiento lejano a ser único y homogéneo. bell hooks (2017), destaca que “la combinación de sexismo y racismo crea barreras dañinas entre las mujeres, y hasta ahora las estrategias feministas para superar estas barreras no han sido muy útiles hasta la fecha“ (p. 85). En esta línea, a lo largo de la historia y desde una perspectiva epistemológica, el desarrollo de teorías feministas que incorporan pensamientos y reflexiones de mujeres pertenecientes a diversas procedencias étnicas (excluidas y expulsadas de los espacios de construcción del conocimiento), introdujeron nuevas preguntas e imaginarios, poniendo en escena problemáticas que fueron ignoradas por una élite de pensadoras mujeres blancas y burguesas. No todas tenemos las mismas luchas, ya que no todas las mujeres, dentro del feminismo, tienen como objetivo la militancia centrada exclusivamente en el género.
Las mujeres negras realizaron una valiosa contribución a las teorías feministas a través, por ejemplo, del análisis de la interseccionalidad. Este término fue acuñado por Kimbérle Crenshaw, en 1989, y refiere a la experiencia compartida de enfrentar la opresión, cómo funcionan y se articulan los sistemas de discriminación: el racismo, el clasismo, el heterosexismo, como también el género y otras dimensiones de la identidad; la crítica al patriarcado blanco dominante y al sexismo dentro de las comunidades negras; la valoración de las voces y experiencias de las mujeres negras; y la promoción de la justicia social y la equidad. Por su parte, Katie Cannon señala que:
La interrelación de la supremacía blanca y la superioridad masculina caracterizó la realidad de las mujeres negras como una situación de lucha -una lucha por sobrevivir en dos mundos contradictorios simultáneamente: uno blanco, privilegiado y opresivo, y el otro negro, explotado y oprimido. (como se citó en Hill Collins, 2012)
Estas cuestiones fueron marginadas en un feminismo global homogeneizador, que sitúa la discriminación de las mujeres únicamente bajo la opresión de género, sin tener en cuenta las identidades diversas que existen. Según Parmar (2012) “la raza es una construcción social y política y las identidades raciales son creadas en y a través de momentos históricos particulares” (p. 262). Esto nos lleva a comprender por qué el feminismo negro hace un llamado al movimiento feminista a abordar todas las formas de opresión que afectan a las mujeres, con especial atención en el racismo, considerándolo un factor central en las diversas formas de discriminación.
Las disidencias que se presentan en los movimientos feministas hacen visible la necesidad de poder hablar sobre los privilegios dentro del propio feminismo, generando un impacto, exponiendo la importancia de nombrar y hacer visible el racismo sufrido tanto dentro como fuera de los movimientos, a través de la historia.
Mujer negra y la construcción del significado de las ocupaciones
“En la epistemología feminista negra, la historia es contada
y preservada en forma de narrativa
y no desde una posición analítica”.
Patricia Hill Collins.
Las conquistas de las mujeres negras en los espacios laborales, roles y lugares de jerarquía, siempre fueron a través de la lucha contra la opresión y el privilegio, siendo necesario “demostrar su capacidad” para desempeñarse y superar las diferentes circunstancias racistas que se sostienen en cada ámbito.
En relación a los lugares que ocupamos, no podemos ignorar que la categoría mujer está impregnada de una perspectiva patriarcal occidental, sosteniendo un patrón racista blanco heteronormativo, que influye en el desarrollo de diversas ocupaciones y roles adquiridos y desempeñados por mujeres negras y racializadas.
Es esencial analizar cómo los diferentes espacios donde estas mujeres desempeñan sus trabajos, fueron limitados. Las conquistas ocupacionales que tuvieron en los diferentes ámbitos, reflejan la necesidad de pensar qué tan realmente significativas fueron para ellas, ¿o acaso fueron impuestas? Es decir, tuvieron que tomarlas como significativas. Los espacios donde desempeñaban su trabajo estuvieron circunscritos por aquello que se les habilitaba o no, característica presente aún en la actualidad pero de un modo menos explícito.
Podríamos hablar entonces de significados impuestos, refiriéndonos a la época en la que las personas negras eran esclavizadas y tenían que realizar actividades forzadas. Estas tareas se realizaban bajo la lógica del control, las amenazas, la opresión y la violencia ejercida por sus amos, personas blancas degradantes y deshumanizantes. Estas actividades no eran elegidas, pero sí estaban cargadas de significado, aunque vacías de sentido.
Estas actividades impuestas dan cuenta del significado que tenían en sus vidas: la percepción de sentido es a través del sufrimiento y del dolor, Christiansen (1999) plantea que la ocupación es uno de los principales medios para desarrollar y expresar la identidad personal. Entonces, en un contexto de esclavitud, ¿es un medio para qué?, ¿qué tipo de identidad personal puede construir una persona bajo estas condiciones?, ¿qué significado se les otorga a las ocupaciones impuestas? Éstas determinan un lugar que se debe ocupar y desempeñar, dónde otro define qué poder hacer, conquistar y hasta dónde acceder, restringiendo la participación ocupacional real de cada sujeto.
García Morato y Oliveira Luissi (2016), por su parte, sostienen que la alienación en el cotidiano se da cuando una sociedad, en su forma de organización, limita el pleno desarrollo de los individuos, donde la vida se llene, apenas y exclusivamente, por las características, por el contenido y por la dinámica de la cotidianidad, sin que sea posible aludir a la universalidad del género humano.
En otros períodos históricos, la construcción de significados se vio vinculada a una falsa abolición, donde las personas negras ya no eran, supuestamente, esclavizadas pero sí seguían siendo oprimidas y segregadas; donde su vida, oportunidades, elecciones y vínculos estaban condicionados por el racismo. Las actividades laborales desarrolladas por las mujeres negras tenían un significado del hacer, construido históricamente, vinculado con el servir o el cuidado al otro, mayormente a personas blancas, con muy malas pagas, sin mucha posibilidad de elegir otras ocupaciones más allá de las impuestas. “Estas elecciones ocupacionales restringidas son, muchas veces, incuestionables por las personas racializadas, quienes aprehenden unas formas delimitadas de ocuparse” (Ambrosio et al., 2021, p. 9).
Dentro de la terapia ocupacional, es necesario pensar en la carga histórica y las vivencias de las diferentes comunidades, teniendo presente que las ocupaciones no siempre se eligen, pero siempre se les otorga un significado.
La ruptura del significado que se le otorgaba al rol que las mujeres negras ocupaban las llevó a cuestionarse, posibilitando otras formas de identificación. En los dos momentos históricos mencionados, la militancia siempre estuvo presente, promoviendo la construcción de otros significados y nuevos sentidos, siendo transformadora. González (2011) nos recuerda que “fue dentro de la comunidad esclavizada que se desarrollaron formas de resistencia político-culturales que hoy nos permiten continuar una lucha centenaria por la liberación. La misma reflexión es válida para las comunidades indígenas” (p. 18). La militancia aparece como una actividad que permitió proyectar y encontrarse con nuevas formas de comportarse, actuar y vivir, Christiansen et al. (1999) plantean que la identidad proporciona una base para fijarse objetivos y para la motivación, por lo que nos orienta hacia el futuro. Es necesario conocer el significado de las experiencias cotidianas y poder entender la interpretación de cada vivencia.
La militancia constante, de ayer y de hoy, es para poder modificar el significado que otros le otorgan a las ocupaciones que realizamos, que las mujeres negras sean quienes construyan los significados de las actividades y tareas que realizan, habilitando la real identidad ocupacional y desarticulando las imposiciones en los procesos identificatorios. Es importante resaltar que las ocupaciones están cargadas de significados dentro de la militancia, no sólo desde lo individual sino también desde lo grupal, como comunidad negra/afrodescendiente. El desempeño de estas ocupaciones lleva consigo una carga histórico-cultural, que vincula el pasado con la actualidad, siendo imposible separar ambas dimensiones.
En su reseña del libro Oportunidades negadas: limitando a las mujeres negras a trabajos devaluados, Branch (2007) expresa que “la raza y el género están inexorablemente conectados a la oportunidad ocupacional y las consecuencias de ubicar a las mujeres negras en el fondo de estas jerarquías de poder son terribles” (p. 3). La militancia puede ser considerada una ocupación significativa, pero ¿qué ocurre cuando no se brinda el espacio para ejercer y luchar por los derechos? La autora, al discutir la ubicación de las mujeres negras en ocupaciones devaluadas o negadas, resalta cómo la estructura ocupacional se convierte en un lugar donde las diferencias raciales y de género se transforman en desigualdad de clase. La investigación documenta la evolución histórica de su participación en el mercado laboral y expone las estructuras socioeconómicas que las fueron relegando a posiciones devaluadas en la pirámide ocupacional. Mientras otros grupos escapan de trabajos en decadencia, las mujeres negras quedaron restringidas a ocupaciones devaluadas. Figueroa aboga por la perspectiva interseccional como una herramienta para comprender cómo la raza y el género influyen conjuntamente en la ubicación laboral de las mujeres negras.
El activismo es una parte intrínseca de la vida cotidiana de las mujeres negras. En un contexto de injusticia social en el que se constituyen como grupo oprimido, a lo largo de la historia se encontraron con prácticas sociales vinculadas a la opresión que moldearon su rol en el ámbito familiar, laboral y su participación social. La posibilidad de identificarse, de generar conocimiento propio y vivenciar diversas experiencias, es lo que abre el camino hacia el empoderamiento; si un grupo no se autodefine corre el riesgo de ser definido por y en beneficio de otros.
Mientras las mujeres blancas conquistaban derechos, las mujeres negras/afrodescendientes seguían siendo sus empleadas. Ellas no veían el trabajo como una forma de libertad, ya que, generación tras generación, venían realizando las mismas tareas y la igualdad seguía siendo algo inalcanzable. Es importante abordar cómo las ocupaciones y los roles de las mujeres negras/afrodescendientes fueron moldeados por la sociedad blanca dominante y su explotación económica, afectando sus oportunidades y opciones laborales, aún en la actualidad.
En el mundo del trabajo, hasta el día de hoy, las mujeres negras/afrodescendientes enfrentan discriminación. Tal como lo plantea Álvarez Ossa (2015), el mercado laboral no es un entorno neutral y justo, ya que se ven operando diversas formas de discriminación basadas en aspectos de género, etnia y estratificación social. Además, para esta autora, estas ideas “instalan en ellas la creencia de que solo pueden ocupar ciertos lugares en la sociedad” (p. 19), y vivencian una “situación de discriminación que por aspectos étnico raciales determinan el acceso de esta población a las ocupaciones” (p. 53). En el ámbito laboral el racismo está acompañado de las injusticias ocupacionales. Estas condiciones discriminatorias y racistas se encuentran ocultas bajo construcciones culturales que las normalizan y perpetúan; continúan siendo una herencia colonial que perdura en las interacciones económicas, sociales y políticas del actual sistema capitalista (Castro et al., 2009).
La terapia ocupacional, en este sentido, se convierte en un vehículo que permite el acceso y empoderamiento a las personas, brindando herramientas necesarias para enfrentar los desafíos laborales y sociales, inherentes a un entorno marcado por la intersección del racismo y otras formas de discriminación.
Entendiendo a la terapia ocupacional desde una perspectiva descolonial, es fundamental abordar cómo las ocupaciones y roles de las mujeres negras/afrodescendientes fueron moldeados por una sociedad blanca dominante, lo que restringe sus oportunidades y opciones laborales. Entonces, ello invita a pensar
En la historicidad como un elemento central que da cuenta de los estragos por procesos como la colonización, que no solo significó la conquista territorial, sino que impulsó el colonialismo cognitivo, y con ello, la imposición de una forma de ser y estar en el mundo bajo lógicas ahistóricas y naturalistas. (Carvajal Estay et al., 2017, p. 46)
Galheigo (2012) deja en claro que:
La comprensión crítica y compleja de la cuestión social debe abarcar conjuntamente la subjetividad, la cultura y los procesos socio-históricos. Según este enfoque, las historias de las personas, de los colectivos y de las comunidades, sus perspectivas subjetivas, los procesos intersubjetivos, sus raíces culturales y los procesos históricos, económicos y sociales, no pueden quedar aislados (…) tal como presenta Minayo para la práctica de pesquisa, trae elementos importantes para ser incorporados al “hacer” del terapeuta ocupacional, que busca asociar significado y criticidad, subjetividad y comprensión socio-histórica de los procesos. (p. 182)
La injusticia ocupacional nos permite analizar que lo impuesto se materializa en un modo de ser y hacer en las ocupaciones, entonces, la militancia se pone en primer lugar para luchar y romper con las imposiciones. Esta situación refleja el impacto en los sujetos, haciendo visibles el sufrimiento y los padecimientos de carácter físico/ psíquicos. La imposibilidad de acceder a los diferentes derechos, las perspectivas desde las que se comprende lo social y desde dónde se diseñan e implementan las políticas públicas, también causan sufrimiento, en sus diferentes dimensiones, al estar teñidas por el racismo.
Terapias ocupacionales antirracistas
“El discurso que mantienen algunos blancos latinoamericanos, de que no son blancos porque no son europeos, les permite sostener sus privilegios y les brinda
la posibilidad de evadir la responsabilidad del racismo,
que ejercen contra las personas indígenas y negras en América Latina”.
Esther Pineda.
Lo que he querido transmitir en este escrito es que no podemos decir que el feminismo sea antirracista por el solo hecho de militar los derechos de las mujeres. Del mismo modo, tampoco podemos decir que nuestra disciplina se plantee las particularidades de las etnias a la hora de llevar adelante sus intervenciones, por el solo hecho de trabajar con una perspectiva centrada en los derechos humanos. Kimberle Crenshw (1997) señala que “es bastante obvio que tratar cosas diferentes por igual puede generar tanta desigualdad como tratar cosa iguales como diferentes” (citado por Hill Collins, 2012, p. 103).
Las mujeres racializadas siguen siendo las que menos lugar de habla tienen, todos cuentan nuestra historia, nuestras historias. Ngozi Adichie (2018) señala lo arriesgado que es hablar de un relato único sin considerar el poder, relacionándolo con la palabra “nkali”, que se traduce como ser más grande que otro. Ella afirma: “Al igual que el mundo político y económico, las historias también se definen por el principio de nkali: cómo se cuentan, quién las cuenta, cuándo se cuentan, cuántas se cuentan... todo depende realmente del poder” (pp. 18-19). Adichie destaca que el poder no se relaciona solamente con la capacidad de contar una historia, sino también con convertirla en la historia de esa persona.
Las autoras blancas feministas, al omitir en sus libros referencias a la identidad racial de las mujeres, universalizan sus vivencias. “Es la raza dominante la que puede hacer que su experiencia parezca representativa” (bell hooks, 1982, p. 138). Se hace necesario, entonces, que las mujeres negras/racializadas tomen la palabra para hacer explícita su identidad racial, expresando otra cara del feminismo.
Las mujeres negras están entrelazadas por sus historias, teniendo en común vivencias como el racismo y la opresión. Pero esto no significa que sean las mismas historias. Poder escribir nuestra propia historia, como mujeres negras, nos permite dejar de ser oprimidas y marginadas, que nuestras vivencias e historias sean contadas por sus propias protagonistas, posibilitando sentirnos realmente identificadas cuando leemos algo sobre nuestra historia o cotidianeidad. Blanco (2011) destaca que:
Las personas dan forma a sus vidas cotidianas por medio de relatos sobre quiénes son ellos y los otros, conforme interpretan su pasado en función de esas historias. El relato, en el lenguaje actual, es una puerta de entrada a través de la cual una persona se introduce al mundo y por medio de la cual su experiencia del mundo es interpretada y se transforma en personalmente significativa. (p. 139)
Reconocer y valorar el aporte de las diferentes etnias nos permite abrir espacio para las comunidades dentro de nuestra disciplina. Sánchez señala: “Yo siempre he sabido que si escribes desde una experiencia negra, también estás escribiendo desde una experiencia universal [...] Sé que no tienes que blanquearte para ser universal” (como se citó en Hill Collins, 2012, p. 124). La falta de oportunidades para expresarse dentro de la comunidad científica, evidencia el racismo subyacente. Romper con la hegemonía actual nos capacita para acompañar y valorar los aportes que la población negra/afrodescendiente realiza a nuestra disciplina, aportando a la construcción de una perspectiva más amplia e integral en las intervenciones y en la deconstrucción de los profesionales.
De este modo, resulta importante problematizar los saberes y prácticas en torno a las etnias, la cultura, la justicia ocupacional y social. Según Silva et al. (2019), la descolonización de saberes y prácticas en terapia ocupacional no es posible sin que comprendamos “los procesos de creación, producción y reproducción de estos mecanismos de dominación y explotación” (p. 173) de personas, grupos y comunidades históricamente marginadas por los procesos de colonización y colonialidades. No tener en cuenta la cultura y la etnia de la persona al momento de intervenir, es una práctica violenta.
Ambrosio et al. (2021) toman a Grenier (2020) cuando afirman que es fundamental reconocer cómo el enfoque basado en la blancura sustenta los estudios y prácticas basadas en la ocupación, y refieren que es “el lugar desde donde se ha escrito la profesión occidental que, durante mucho tiempo, invisibilizó otras prácticas desde el Sur” (p. 10). Peredo (2004), por su parte, plantea que:
es necesario profundizar el análisis de las formas de discriminación étnica y racial existentes en nuestras sociedades que –de manera paradójica– contrastan con los discursos oficiales de igualdad, democracia y equidad que agitan los Estados nacionales en base a sus conceptos de ciudadanía y organización política. (p. 9)
La terapia ocupacional debe liberarse de las cadenas del conocimiento y las lógicas coloniales, abrazando la descolonización, no negando sus aportes, pero sí entendiendo la necesidad de la disciplina de distanciarse de algunos marcos teóricos y prácticos desarrollados en el Norte, esto con el objetivo de posibilitar una lectura de las necesidades de nuestra sociedad desde sus culturas, políticas y poblaciones: una perspectiva descolonial que posibilite otras prácticas, desarrollando enfoques y soluciones adaptadas a las realidades locales, que enriquezcan y diversifiquen el campo de la terapia ocupacional en el país. Resulta necesario también trascender el ámbito académico y explorar medios de expresión más allá de la palabra escrita.
“El colonialismo cognitivo instauró y perpetuó las lógicas patriarcales, las que llegaron también a colonizar el accionar dentro de la terapia ocupacional” (Carvajal Estay et al., 2017, p. 47). Este cambio de enfoque está sucediendo en nuestra disciplina, “sin embargo entendemos que aún con una formación más crítica y ampliada, con apertura a los temas colectivos, los debates en torno a la población negra no han tenido espacio” (Farias et al., 2000, p. 242).
Considero que nuestra disciplina debe escuchar este reclamo y abogar genuinamente por una perspectiva antirracista, para que los ámbitos de producción de conocimiento, de relatos y narrativas, sean espacios que brinden cuidado a las mujeres racializadas, que aporten a su visibilización y reconocimiento.
Desde una reflexión subjetiva, surge la necesidad de abordar las dificultades en el reconocimiento de la población negra/afroargentina, y de los pueblos originarios/marrones en el contexto de la terapia ocupacional argentina. Se observa una escasa visibilización de sus intervenciones con esta población; y también muy pocos artículos en los que sea posible leer en primera persona sus experiencias como terapeutas ocupacionales racializados. Resulta necesario habilitar el espacio para la generación de conocimiento a partir de sus experiencias.
Es esencial superar estas carencias y promover una inclusión significativa. Lavalley y Johnson (2020), argumentan de manera convincente que la presencia persistente de la blancura en los planes de estudio, fundados en la ocupación, así como la manifestación arraigada del racismo estructural en la aplicación de la terapia ocupacional, pueden ser comprensiblemente interpretados como el producto acumulado de influencias socioculturales a lo largo del tiempo. Estos autores señalan, certeramente, cómo la carencia histórica de una autocrítica reflexiva dentro de la disciplina contribuyó significativamente a esa problemática.
Conflictos de intereses
La autora manifiesta la inexistencia de conflictos de interés.
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